3. Trastornos visuales
Las alteraciones visuales, a menudo inadvertidas, son otro síntoma de un miniictus. Estas pueden incluir visión borrosa, pérdida de visión en uno o ambos ojos, o visión doble. Estas alteraciones visuales pueden ser repentinas y transitorias, pero pueden indicar problemas con el flujo sanguíneo a las áreas del cerebro que procesan las señales visuales. Las personas mayores deben hacerse revisiones oculares periódicas y estar atentas a cualquier cambio repentino en su visión.
4. Mareo o pérdida del equilibrio
Los mareos, la inestabilidad o la pérdida del equilibrio también son síntomas que no deben ignorarse. Un accidente cerebrovascular leve puede dañar el cerebro de tal manera que se produzca una sensación de mareo o desorientación. Las personas mayores pueden sentir debilidad o tener dificultad para mantenerse de pie. Esto se debe al daño en ciertas áreas del cerebro que controlan el equilibrio y la coordinación. Si una persona mayor experimenta síntomas inesperados de mareo, es fundamental buscar atención médica de inmediato.
5. Dolor de cabeza repentino e intenso
Si bien el dolor de cabeza no siempre es un síntoma clásico de un miniictus, un dolor de cabeza repentino e intenso sin causa aparente podría estar relacionado con un AIT (ataque isquémico transitorio). Este tipo de dolor de cabeza puede describirse como el peor dolor de cabeza de la vida y, aunque es más común en los ictus propiamente dichos, puede indicar problemas graves. Este síntoma debe tomarse en serio y motivar a la persona a buscar atención médica de inmediato.
Reconocer y actuar
Es fundamental que tanto las personas mayores como sus cuidadores estén atentos a la hora de reconocer estos síntomas. Los accidentes cerebrovasculares menores son una señal de alerta de que un accidente cerebrovascular grave es inminente. Ignorarlos puede provocar daño cerebral permanente o incluso la muerte. La evaluación y el tratamiento oportunos de los síntomas pueden ayudar a prevenir un accidente cerebrovascular más grave, que puede conllevar complicaciones graves y a largo plazo.
Algunos factores de riesgo que pueden contribuir a un accidente cerebrovascular menor incluyen la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto y el tabaquismo. Por lo tanto, los chequeos médicos regulares son esenciales para monitorear y controlar estos factores de riesgo en los adultos mayores. La educación sobre la salud cerebral y el reconocimiento de los síntomas son pasos cruciales en la prevención.
Por último, es fundamental que las familias y las comunidades informen sobre los síntomas de un ictus leve. Las campañas educativas pueden marcar la diferencia en la detección precoz de los síntomas, lo que permite una intervención rápida y adecuada. La concienciación y la acción pueden salvar vidas y mejorar la calidad de vida de las personas mayores.