Colesterol alto: el enemigo silencioso que no siempre muestra su rostro.

El hecho de que el colesterol alto sea un "asesino silencioso" no significa que sea completamente indetectable. Si bien no presenta síntomas directos como fiebre o dolor específico, sus consecuencias a largo plazo para el sistema cardiovascular pueden manifestarse con señales de alerta cruciales que no deben ignorarse. El dolor de pecho, o angina de pecho, es una de las más graves. No se trata de un dolor cualquiera; es una sensación de presión, opresión o ardor que surge cuando las arterias coronarias, estrechadas por las placas de colesterol (aterosclerosis), no pueden suministrar suficiente sangre rica en oxígeno al corazón, especialmente durante el esfuerzo físico o el estrés emocional.

Otros signos indirectos pueden incluir sensación de entumecimiento o frío en las extremidades, lo que sugiere mala circulación periférica, o la aparición de xantomas, que son depósitos de grasa visibles que se presentan como protuberancias amarillentas en la piel, generalmente cerca de los ojos, los codos o los tendones. Incluso la disfunción eréctil en los hombres puede estar relacionada con una mala salud arterial. Reconocer estos signos es el primer paso, pero la acción más importante es adoptar un enfoque proactivo centrado en la alimentación, donde reside nuestro mayor poder de cambio.

La estrategia dietética no se trata simplemente de "eliminar las grasas". Se trata de un cambio de paradigma: reducir drásticamente las grasas saturadas y trans (presentes en los alimentos ultraprocesados, los alimentos fritos y las carnes grasas) y sustituirlas por grasas insaturadas, al tiempo que se aumenta significativamente el consumo de fibra soluble, que actúa como una esponja, capturando el colesterol en el intestino y evitando su absorción.

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