2. Deshidratación.
La deshidratación es otra causa común. Mientras dormimos, nuestro cuerpo pasa varias horas sin líquidos, lo que puede reducir la producción de saliva. La saliva es esencial para neutralizar los ácidos y eliminar las partículas de comida, por lo que, cuando hay menos, puede desarrollarse un sabor amargo. Para ayudar a prevenir esto, intenta beber un vaso de agua antes de acostarte.
3. Problemas hepáticos.
Aunque menos comunes, los problemas hepáticos también pueden causar un sabor amargo. El hígado desempeña un papel vital en la filtración de toxinas y la producción de bilis para facilitar la digestión. Si no funciona correctamente, la producción de bilis puede desequilibrarse, lo que provoca un regusto amargo. Afecciones como la hepatitis o la enfermedad del hígado graso deben ser evaluadas por un profesional médico.
4. Efectos secundarios de los medicamentos.
Ciertos medicamentos son conocidos por afectar el sentido del gusto. Los antibióticos y los medicamentos para la presión arterial, en particular, pueden alterar el sentido del gusto o causar sequedad bucal (xerostomía), lo que puede producir un sabor amargo y desagradable. Es importante que consulte con su médico sobre cualquier efecto secundario que experimente debido a su medicamento.
5. Problemas de salud bucal.
Tu salud bucal influye directamente en el sabor de las comidas. Enfermedades de las encías como la gingivitis o la periodontitis pueden alterar el equilibrio bacteriano en la boca, lo que puede provocar un sabor amargo. Las caries y las infecciones bucales también pueden contribuir, por lo que las revisiones dentales regulares y un cuidado adecuado son esenciales.

6. Hábitos alimenticios