. Lo que comes importa. Consumir alimentos ricos en grasas saturadas o azúcares puede afectar la digestión. Comer en exceso o comidas muy condimentadas antes de acostarte también puede provocar un sabor amargo a la mañana siguiente. Una dieta equilibrada y un horario de comidas regular favorecen una mejor digestión.
7. Estrés y ansiedad.
Factores psicológicos como el estrés y la ansiedad pueden no parecer causas obvias, pero también pueden influir en el gusto. La hormona del estrés, el cortisol, puede interferir con la digestión e incluso desencadenar la producción de ácido, lo que contribuye a una sensación amarga. Incorporar técnicas de relajación y llevar un estilo de vida equilibrado puede ayudar a aliviar estos efectos.
8. Infecciones respiratorias.
Afecciones como resfriados o infecciones sinusales también pueden afectar el sentido del gusto. La congestión nasal a menudo obliga a respirar por la boca durante la noche, lo que produce sequedad y un sabor amargo. Tratar la infección y mantenerse bien hidratado puede marcar la diferencia.
9. Desequilibrio hormonal.
Los cambios hormonales, especialmente durante la menstruación o el embarazo, pueden alterar el sabor de las comidas. Algunas mujeres pueden notar un sabor amargo por la mañana durante estos períodos. Si sospecha que las hormonas son la causa, es recomendable consultar con un profesional de la salud.

10. Afecciones neurológicas.