Aunque los hombres también cruzan las piernas, las razones y las formas suelen ser diferentes. Biológicamente, las proporciones del cuerpo y la estructura de la pelvis hacen que las mujeres encuentren más natural esta postura. Culturalmente, también se les ha enseñado desde pequeñas que cruzar las piernas “es más educado” o “más femenino”. A los hombres, en cambio, tradicionalmente se les asocia con posturas más abiertas y expansivas, aunque esto ha ido cambiando con el tiempo.
Hoy en día, muchas personas —sin importar su género— eligen la postura que les resulta más cómoda o natural, dejando de lado las normas de etiqueta que antes dictaban cómo debían sentarse.
8. Cruzar las piernas: un gesto de identidad
En el fondo, cruzar las piernas es más que una postura; es una expresión de identidad. Es una forma de mostrar al mundo cómo te sientes en un momento determinado: segura, tranquila, concentrada, cautelosa o simplemente cómoda. No hay una sola interpretación válida, porque cada cuerpo tiene su propio lenguaje y cada persona su propio contexto.
Lo que sí es cierto es que este gesto, tan cotidiano y aparentemente simple, tiene una profundidad fascinante. Es un recordatorio de que el cuerpo habla, incluso cuando guardamos silencio. Que cada movimiento dice algo de nosotros, y que entender ese lenguaje puede ayudarnos a conectar mejor con los demás… y con nosotros mismos.
Al final, lo importante no es cómo cruces las piernas, sino cómo te sientes al hacerlo. Si tu postura te hace sentir bien, cómoda y auténtica, entonces ese gesto —tan pequeño pero tan poderoso— está cumpliendo su verdadera función: la de reflejar quién eres.