Enfermedad del hígado graso: cuando el hígado está sobrecargado, nos avisa con ciertos signos.

El estilo de vida es sedentario y la dieta incluye un exceso de azúcares simples, bebidas azucaradas y grasas saturadas.
Existe sobrepeso u obesidad, lo que favorece la resistencia a la insulina y estimula la acumulación de grasa en el cuerpo.
Afecciones como la diabetes tipo 2 y la dislipidemia aumentan aún más el riesgo.
La ausencia de alcohol como factor desencadenante no atenúa la situación; solo cambia el desencadenante inicial.

¿Cómo saber cuándo el hígado necesita ayuda?

Pruebas de laboratorio:
Un ligero aumento de las enzimas ALT y AST suele ser el primer indicio de que algo no va bien.

Ecografía abdominal:
La exploración revela el aumento de la ecogenicidad típico de un hígado infiltrado por grasa. En casos dudosos, la resonancia magnética confirma el grado de esteatosis.

Evaluación clínica:
La fatiga frecuente, la hinchazón abdominal leve o el dolor en el cuadrante superior derecho justifican una investigación, especialmente si existen factores de riesgo.

Etapas de la progresión (y por qué actuar precozmente):
Esteatosis simple: grasa visible, pero sin inflamación significativa.
Esteatohepatitis: células inflamadas; fase aún reversible.
Fibrosis: tejido cicatricial que reemplaza algunas de las células sanas.
Cirrosis: pérdida estructural y funcional del órgano, potencialmente irreversible.
Cuanto antes se intervenga, más rápido recuperará el hígado su función completa.

Cómo ralentizar y revertir la enfermedad del hígado graso
: 1. Reducción gradual del peso.
Perder entre el 7% y el 10% del peso corporal ya reduce sustancialmente la grasa del hígado.

2. Dieta antiesteatósica