Ocho años después de la desaparición de su hija, una madre reconoce su rostro tatuado en el brazo de un hombre. La verdad detrás de la imagen la dejó sin aliento.

Una tarde a principios de julio, el malecón de Puerto Vallarta estaba abarrotado. Las risas, los gritos de los niños que jugaban y el sonido de la música de mariachi se mezclaban con el murmullo de las olas del Pacífico. Pero para la señora Elena, el recuerdo de este lugar sería siempre una herida profunda que nunca sanaría. Ocho años antes, justo allí, había perdido a su única hija, la pequeña Sofía, que acababa de cumplir 10 años.

Ese día, la familia estaba disfrutando de la playa. La señora Elena se había girado un momento para buscar su sombrero cuando la silueta de su hija desapareció. Al principio pensó que Sofía había ido a jugar con otros niños, pero después de buscar por todas partes y preguntar a todos, nadie la había visto. Inmediatamente se dio aviso a la administración de la playa, los altavoces sonaron pidiendo ayuda para encontrar a una niña con un vestido de Huipil amarillo bordado y el cabello trenzado, pero fue en vano.

Los equipos de rescate buscaron en el mar, la policía local (La Policía) también intervino, pero no encontraron rastro alguno. Ni una sandalia, ni una pequeña muñeca de trapo María. Todo se había evaporado en el aire húmedo de la costa de Jalisco.

La noticia se extendió: “Niña de 10 años desaparece misteriosamente en la playa de Puerto Vallarta”. Algunos especularon que la arrastró una ola, pero el mar estaba bastante tranquilo ese día. Otros sospecharon de secuestro (posiblemente relacionado con el tráfico de personas que opera cerca de las fronteras), pero las cámaras de seguridad no registraron nada concluyente.