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1 cabeza de ajo (aproximadamente 10-12 dientes).
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Miel cruda suficiente para cubrir.
Preparación:
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Pela y machaca ligeramente todos los dientes de ajo.
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Colócalos en un frasco de vidrio limpio.
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Vierte la miel sobre los ajos hasta cubrirlos completamente. La miel actúa como conservante.
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Cierra el frasco y déjalo en un lugar fresco y oscuro durante al menos 24 horas (se puede dejar hasta 2 semanas).
Cómo tomarlo:
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Toma una cucharadita del jarabe varias veces al día cuando tengas síntomas. Puedes comer también los ajos del frasco.
4. Cápsulas de Ajo (Alternativa sin olor)
Si el sabor te resulta insoportable, puedes encontrar en farmacias o herbolarios cápsulas de ajo envejecido o aceite de ajo. Sigue las instrucciones del fabricante.
Precauciones y Efectos Secundarios
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Sabor fuerte y aliento: Es el efecto secundario más común.
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Malestar estomacal: En algunas personas, especialmente en ayunas, puede causar acidez o molestias.
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Diluye la sangre: El ajo tiene un efecto anticoagulante natural. No lo consumas en grandes cantidades si tomas medicamentos para fluidificar la sangre (como warfarina) o si vas a someterte a una cirugía.
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Interacciones: Puede interactuar con algunos medicamentos para el VIH. Consulta con tu médico.
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Alergia: Aunque rara, existe la alergia al ajo.
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Embarazo y lactancia: En cantidades culinarias es seguro, pero el uso medicinal en grandes dosis debe ser consultado con un profesional.
Conclusión
El ajo es un antibiótico natural maravilloso que puede ser un gran aliado para prevenir y aliviar síntomas leves de infecciones respiratorias, digestivas y de la piel.
Sin embargo, para una infección bacteriana confirmada o grave, no dudes en acudir al médico y seguir su tratamiento con antibióticos recetados. El ajo puede ser un complemento, pero no la solución principal.
¡Espero que te sea de gran ayuda