Sumergí el cepillo en la mezcla y frotá con movimientos circulares sobre las zonas más sucias o amarillentas. Prestá especial atención a la puntera, los bordes de la suela y las costuras, que suelen acumular más mugre.
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Usar la esponja mágica (opcional pero muy efectiva):
Si tenés una esponja mágica (melamina), humedecela con un poco de la mezcla y pasala suavemente por la superficie del zapato. Vas a notar cómo se van eliminando las manchas casi al instante. -
Enjuagar bien:
Con un paño limpio humedecido en agua tibia, retirá los restos de lavandina. Si lo preferís, podés enjuagar las zapatillas con abundante agua (sin sumergirlas por completo si son de cuero o materiales sensibles). -
Lavar los cordones aparte:
Colocalos en un recipiente con agua caliente y una cucharada de lavandina. Dejalos reposar 10 minutos, enjuagá y dejá secar al sol. -
Secar correctamente:
No pongas los zapatos al sol directo, ya que la lavandina puede generar manchas amarillentas si se seca de manera rápida y desigual. Lo mejor es dejar secar a la sombra, en un lugar ventilado.
Tips y consejos:
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Si el zapato es de cuero blanco sintético, la esponja mágica es el mejor método: limpia sin empapar ni dañar la superficie.
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Para un mantenimiento regular, usá una mezcla de bicarbonato y vinagre blanco una vez por semana para evitar la acumulación de manchas.
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Nunca uses lavandina pura sin diluir: puede endurecer el material o provocar decoloraciones irregulares.
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Si tus zapatos tienen detalles de color, evitá que el producto toque esas zonas para no afectar el tono.
Con este método sencillo y eficaz, tus zapatillas volverán a lucir como nuevas en pocos minutos.
Solo necesitás lavandina, un poco de paciencia y los cuidados justos para mantener el blanco impecable sin dañarlas.